¡Año Nuevo, vida nueva! Bajo esta frase se esconde la tradición de generar cambios en nuestra vida con la llegada del nuevo año. ¿Quién no se ha planteado perder peso, ahorrar dinero o aprender un nuevo idioma? Sin embargo, los propósitos de Año Nuevo, a menudo, no son tan beneficiosos como parecen y su alta tasa de fracaso puede tener consecuencias negativas para nuestra autoestima y bienestar emocional.
Aproximadamente el 80% de los propósitos de ño nuevo habrá fracaso antes de febrero. Esto es debido a que se tiende a plantear objetivos no ajustados al tiempo o al día a día de cada una de las personas, por lo que suelen ser muy ambiciosos o demasiado generales. Por ejemplo, es probable que decir que vas a ir al gimnasio todos los días no tenga en cuenta las características generales de tu día a día y tus necesidades.
Además, los propósitos están marcados por lo que se conoce como el efecto del falso comienzo: el impulso inicial de motivación se siente emocionante, pero a medida que el entusiasmo se desvanece, es fácil abandonar la meta. Esto puede generar un ciclo de culpa y frustración que daña nuestra autoestima y nos hace sentir incapaces de mantener compromisos personales.
¿Por qué los propósitos pueden ser perjudiciales?
- La ambición de cambiar nuestra vida en una fecha específica puede ser una carga mental. Esto incrementa el estrés y la ansiedad, particularmente cuando sentimos que estamos fracasando.
- Los propósitos suelen estar diseñados para “arreglar” aspectos de nosotros mismos que no consideramos suficientes. Este perfeccionismo tóxico puede sabotear nuestra capacidad de celebrar pequeños logros y avances.
- Tendemos a pensar en términos de éxito o fracaso. Si rompemos un propósito, como saltarnos un día de ejercicio, podemos caer en la trampa del “todo o nada” y abandonar por completo la meta.
- Los propósitos a menudo no consideran nuestras circunstancias emocionales, sociales y laborales, lo que puede hacerlos insostenibles a largo plazo.
Alternativas más saludables a los propósitos de año nuevo
En lugar de establecer propósitos de Año Nuevo, existen enfoques más efectivos y psicológicamente saludables para trabajar en nuestro crecimiento personal como establecer intenciones y no metas rígidas, dividir las metas en pasos pequeños y alcanzables, adoptar una mentalidad de crecimiento, revisar tus metas regularmente, priorizar el autocuidado y la compasión, haz un seguimiento consciente.
Los propósitos de Año Nuevo, aunque bien intencionados, a menudo están planteados de manera que resulta contraproducente para nuestro bienestar emocional. En lugar de establecernos estas metas rígidas, podemos adoptar enfoques más flexibles y saludables que nos permitan crecer de manera sostenible y disfrutar del proceso. Recuerda, el cambio personal no tiene que empezar el 1 de enero: cada día es una nueva oportunidad para construir una vida más plena y equilibrada.
María Cordero Cid
Psicóloga y Coordinadora de Formación y Supervisión Clínica del Servicio de Atención Psicológica – CUCC