La investigación ha demostrado que tener buenos amigos es un buen predictor de salud y de bienestar, tanto físico como emocional. Una experiencia de “amistad verdadera” es reconocida por la mayoría de las personas como algo realmente valioso, incluso más que otro tipo de relaciones significativas (familiares o de pareja) y en todo el mundo, se identifica como el factor que más felices nos hace.
Hoy vamos a conceptualizar la amistad de una manera muy práctica y cuantitativa.
¿Cuánto tiempo se necesita para hacer un amigo?
Si comparas el tiempo que pasas viendo la tele o similar, posiblemente sea algo mayor que el que pasas con personas. Los amigos no surgen de la nada, así que, si quieres tener un amigo (y mantener los que ya tienes), deberás dedicarle tiempo, dar prioridad a las relaciones humanas por encima de otras actividades. Sin duda, es una buena inversión.
En la revisión llevada a cabo por Hall (2019), se constata que el desarrollo de la amistad puede surgir con bastante rapidez, entre 3 y 9 semanas después de conocerse. Ahora bien, el paso del tiempo no va a ser suficiente; de hecho, es posible que conozcas desde hace años a alguien y no seáis amigos y sí surja la amistad con alguien que acabas de conocer. En el estudio que llevó a cabo con 429 participantes a los que preguntó cuánto tiempo habían pasado con un amigo en la última semana y en una semana típica, constató que las buenas amistades comienzan a surgir después de las 140 horas y que las mejores amistades necesitan más de 300 horas de tiempo invertidas.
¿Y qué hacemos con el tiempo?
Obviamente, la forma en la que se emplea ese tiempo es igualmente importante. Sabemos, por ejemplo, que las relaciones con compañeros de trabajo son mucho menos duraderas en comparación con otras relaciones (Mollenhorst et al, 2014).
Para las autoras Oswald y Kelly (2014) existen cuatro conductas clave que permiten mantener y consolidar una amistad: positividad, apoyo, apertura e interacción. La positividad englobaría conductas que hacen que la relación sea gratificante, agradable e incluso divertida; el apoyo implicaría conductas que demuestran que podemos contar el uno con el otro, especialmente en los momentos difíciles; la apertura estaría relacionada con la intimidad (contar al otro cosas importantes e íntimas) y la interacción se refiere a conductas en las que hacemos cosas juntos.
¿Cuántos amigos se pueden tener?
En relación con el número de amigos que podemos tener, merece la pena comentar el trabajo de Dunbar (1996, 2010) y su Hipótesis del Cerebro Social. Según este autor, existe un límite en el número de amigos que una persona puede tener que está asociado al tamaño del volumen de nuestra neocorteza cerebral. En su modelo, el concepto de amistad es más amplio y hace referencia al número de personas con las que podemos tener una relación más o menos íntima o cercana. Parece ser que nuestra neocorteza solo puede reconocer hasta 150 “amistades”, atendiendo a su capacidad para reconocer a la otra persona como un individuo único, recordar información sobre ella y de las interacciones que hemos mantenido previamente, así como comprender cómo están asociadas con otras personas. En la siguiente gráfica podemos ver cómo se distribuyen estas 150 personas según el nivel de intimidad con ellas.
En conclusión, parece ser que el tiempo y nuestra propia capacidad son determinantes a la hora de hacer nuevos amigos y/o consolidar las viejas amistades o las que acabamos de iniciar. Puesto que estamos limitados en estas dos variables, merecerá la pena encontrar relaciones positivas a las que dedicar todo nuestro esfuerzo. Recuerda que mantener y cuidar a los/as amigos/as es una de las cosas más importantes que podemos hacer en la vida.
Montse Giménez Hernández
Psicóloga y PDI del Centro Universitario Cardenal Cisneros
Bibliografía:
Dunbar, R. (2010). How Many Friends Does One Person Need?: Dunbar’s Number and Other Evolutionary Quirks, Cambridge, MA and London, England: Harvard University Press, doi.org/10.4159/9780674059320
Hall, J. (2019). How many hours does it take to make a friend?. Journal of Social and Personal Relationships, 36 (4), 1278-1296
Mollenhorst G., Volker B., y Flap H. (2014). Changes in personal relationships: How social contexts affect the emergence and discontinuation of relationships. Social Networks, 37, 65–80. doi:10.1016/j.socnet.2013.12.003
Oswald, D.L. y Kelly, C (2014). Friendship Maintenance: an análisis of individual and dyad behaviors. Journal of Social and Clinical Psychology, 23 (3), 413-441.
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