¿Por qué me preocupo?
Hay temas en nuestra vida que son importantes para nosotros/as (estudios, pareja, familia, trabajo…) por lo que nos puede asustar que entre las posibles situaciones que nos podamos encontrar, haya algo que interfiera y acabe por salir mal todo. Cuando estamos pensando en todo ello probablemente nos disgustemos y tenderemos a controlar los posibles daños iniciando la búsqueda de soluciones. En todo ese proceso aparece lo que llamamos incertidumbre (no sé si saldrá bien, qué pasará, puede que pase algo malo…), dudas acerca de lo que pasará en el futuro, algo que es natural porque no sabemos lo que puede pasar dentro de un tiempo. Cuanto más nos asuste la incertidumbre más probabilidades hay de que no sepamos cómo parar de elaborar planes, ya que lo que estamos intentando hacer es que no se nos escape nada de cara al futuro y llega un momento en el que no es realista para nosotros/as eliminar toda probabilidad de que ocurra algo negativo.
¿Cómo aparecen las preocupaciones?
Mientras estamos pendientes de lograr algo que para nosotros/as es importante, está la posibilidad de que puedan aparecer imprevistos (no tener suficiente tiempo, conflictos, suspender una asignatura…) y a partir de ese momento nos preparamos de cara a eventos que todavía no han pasado, así iniciaríamos nuestra planificación y resolución del problema. Hasta ahí todo bien y podemos adaptarnos a lo que nos está diciendo nuestra preocupación, pero en el momento en el que anticipamos exageradamente posibles resultados negativos empezamos a inquietarnos en gran medida y deja de darnos los beneficios que esperábamos obtener.
¿Qué puedo empezar a hacer cuando estoy muy preocupado/a?
Como hemos visto la preocupación puede ser constructiva y conducirnos a resolver problemas de una forma bastante satisfactoria o puede convertirse en excesiva y mal adaptativa si las posibles dificultades las vemos como altamente probables, inmediatas, muy desagradables e inmanejables. Fíjate en la manera en la que te estás preocupando y presta atención a cómo puedes sacarle el máximo partido a tu preocupación sin caer en algunas de estas trampas.
A continuación, podemos ver las diferencias entre la preocupación poco adaptativa y la preocupación adaptativa:
- La preocupación poco adaptativa es más generalizada, consume tiempo, es incontrolable, se centra más en problemas pequeños y más remotos que en situaciones orientadas hacia el futuro y la atención va dirigida a constantes amenazas.
- La preocupación adaptativa es un pensamiento más constructivo y que nos guía para prepararnos y afrontar lo que tenga que venir, descartando lo que sea más costoso para nosotros/as y atendiendo a lo que se más realista y saludable. En este tipo de preocupación tenemos en cuenta que el resultado será incierto y que la incertidumbre formará parte de este proceso.
Anabel Soliveri Scheu
Beck, A. T. (2013). Terapia cognitiva para trastornos de ansiedad. Descleé de Brouwer.
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