¿Por qué se llama “emoción” a la emoción?
El latín tiene la respuesta y nos sorprende con la palabra “e-moveo”, es decir el impulso que lleva a la acción. Lo que nos lleva a la siguiente pregunta: ¿influyen las emociones en lo que hacemos y lo que hacemos podría influir en lo que estamos sintiendo? Lo que hacemos influye en cómo nos sentimos y lo que estamos sintiendo puede favorecer un tipo de reacción. Por ejemplo, me enfado y no quiero ver a esa persona durante el día, dejo de quedar con mis amistades porque tengo exámenes y me siento triste porque les echo de menos, etc. Hay que tener en cuenta que somos seres sociales y que descubrimos y aprendemos lo que son las emociones cuando entramos en contacto con otras personas y dentro de una cultura. Por ejemplo, si me enseñan que la ira es buena para protegerme, probablemente sea una emoción positiva para mí, u otro ejemplo, dado que llorar representa debilidad en algunas culturas, intentaré suprimir o controlar la expresión de mi tristeza.
¿Por qué tenemos emociones?
Todos tenemos emociones, pero muchas veces no sabemos por qué aparecen o por qué nos sentimos así. Hay personas que acuden a terapia pidiendo no sentir algunas emociones o con dificultades para entender cómo funcionan; aprender a manejarlas es una de las grandes demandas que nos encontramos a diario en consulta.
Para aprender a manejarlas podemos tener en cuenta que las emociones nos ayudan a adaptarnos a muchas situaciones y nos permiten hacer caso a nuestras necesidades. Pro ejemplo, escapar del peligro cuando algo nos da miedo o dar muestras de afecto a nuestra pareja como muestra de amor. En nuestro día a día, hay momentos en los que aparecen temas prioritarios para nuestro bienestar, como son descansar, pasarlo bien, defenderme, relajarme, etc. Las necesidades las detectamos haciendo valoraciones sobre temas que son importantes para nosotros, como por ejemplo, “esto no me viene bien”, “me gusta”, “siento que me están atacando en esta discusión”, etc. y estas valoraciones que hacemos sobre nuestra realidad darán lugar a una determinada emoción.
¿Cuándo sé si lo que estoy sintiendo es bueno para mí?
La intensidad, el tipo y la duración de la emoción variará según las necesidades que vayamos detectando. Medir el nivel de malestar o bienestar es complicado ya que cada persona experimenta sus emociones de una forma única, pero sí que podemos estar de acuerdo en que no es lo mismo sentir tristeza unos instantes que sentirse triste varios días o tener dificultades en sentirme contenta haciendo actividades que antes me hacían sentir bien. Una experiencia emocional sana es aquella en la que la emoción conduce a acciones o respuestas útiles para una situación en concreto, mientras que una experiencia emocional insana es aquélla en la que las emociones conducen a respuestas que no nos resultan útiles en esa situación. Cuando nuestras experiencias emocionales son en mayor parte insanas puede ser un buen momento para plantearnos aprender más sobre ellas y dejarnos ayudar por un profesional.
Anabel Soliveri Scheu
M-35561
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